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La iglesia suele ser denominada como la «casa de Todopoderoso» no obstante que, si acertadamente éste es omnipresente, es en los templos donde la comunidad cristiana se reúne a orar y a participar de rituales como la misa.

La Iglesia católica afronta profundos cambios en la Antigüedad Moderna. Por una parte, se inicia una expansión de las misiones alrededor de algunas zonas de África y Asia y alrededor de América desde los viajes y conquistas de españoles y portugueses. Por otro flanco, se viven fuertes tensiones internas y un deseo profundo de reforma.

Hay dos sociedades que son perfectas: la Iglesia y el Estado. El fin del Estado es el bienestar temporal de la comunidad. Búsqueda hacer efectivas las condiciones que se requieren para que sus miembros sean capaces de alcanzar la felicidad temporal. Protege los derechos y promueve los intereses de los individuos y de los grupos de individuos que pertenecen a él. Todas las demás sociedades que pretenden de alguna guisa un acertadamente temporal son necesariamente imperfectas. O perfectamente existen en último término para el acertadamente del propio Estado; o, si su finalidad es el provecho íntimo, secreto, individual, reservado, personal, de algunos de sus miembros, el Estado debe concederles autorización, y protegerlas en el control de sus diversas funciones. Si demuestran ser peligrosas para él, puede con Imparcialidad disolverlas. La Iglesia aún posee las condiciones requeridas para una sociedad perfecta. Es evidente que su finalidad no está subordinada a la de ninguna otra sociedad: pues pretende el bienestar espiritual, la ventura eterna del hombre.

Esta es la finalidad suprema que una sociedad puede tener; no es ciertamente una finalidad subordinada a la bienestar temporal pretendida por el estado. Además la Iglesia no depende del permiso del Estado para ganar su fin. Su derecho a existir deriva no del permiso del Estado, sino del mandato divino. Su derecho a predicar el Evangelio, a dirigir los sacramentos, a ejercer jurisdicción sobre sus súbditos, no está condicionado a la autorización del gobierno civil. Ha recibido del propio Cristo el gran encargo de enseñar a todas las naciones. A la orden de los gobernantes civiles de que desistieran de predicar, los Apóstoles respondieron simplemente que debían obedecer a Altísimo antiguamente que a los hombres (Hch. 5,29). Cierta cantidad de caudal temporales es, realmente, necesaria a la Iglesia para posibilitarle llevar a cabo la tarea a ella confiada. El estado no puede con Neutralidad prohibirle que reciba estos por las donaciones de los fieles. Aquellos cuyo deber es conquistar un cierto fin tienen derecho a poseer los medios necesarios para resistir a mango su tarea.

En el caso de la Iglesia greco-católica rusa, los dos exarcados apostólicos existentes en Rusia y China antiguamente de las revoluciones marxistas no han sido aún reactivados por la Santa Sede, dependiendo los fieles en Rusia de los obispos latinos y ucranianos.

Una persona bautizada puede abandonar la Iglesia voluntariamente. Es el ritual por el que se realiza la inclusión en la Iglesia y es individuo de los sacramentos. La Iglesia administra el bautismo por ablución, es proponer, derrama agua sobre el fiel.

La Iglesia católica ha recibido críticas por la supresión violenta de otros cultos y de la herejía a lo prolongado de las Edades Media y Moderna, en particular por parte de la Inquisición.

Como comunidad en Caudillo, la iglesia es el conjunto de todos los cristianos que han recibido el sacramento del bautismo (y, por lo tanto, son reconocidos como hijos de Todopoderoso). Los miembros de la iglesia creen en Cristo como salvador y mesías.

Bernardo de Claraval, doctor de la Iglesia y maestro espiritual de la orden del Císter del siglo XII, representado en la imagen abrazando a Cristo.

El el bosque iglesia Cisma de Poniente afectó a la Iglesia católica desde 1378 hasta 1417 y provocó fuertes tensiones y el surgimientos de ideas de tipo conciliaristas, según las cuales un concilio podría tener más autoridad que el papa en algunos puntos.

Todas las barreras nacionales, no menos que todas las diferencias de clase, desaparecen en la Ciudad de Altísimo. No se ha de entender que la Iglesia ignore los lazos que unen al hombre con su país, o infravalore la virtud del patriotismo. La división de los hombres en diferentes naciones entra en los planes de la Providencia. A cada nación se le ha asignado una tarea peculiar a realizar en el expansión de los propósitos de Jehová. Un hombre tiene deberes cerca de su nación no menos que en torno a su comunidad. El que descuida ese deber incumple una obligación ético primordial. Además, cada nación tiene su propio carácter, y sus propios talentos especiales. Se descubrirá que habitualmente un hombre alcanza una virtud superior, no descuidando estos talentos, sino encarnando los ideales mejores y más nobles de su propio pueblo.

En el caso de la Iglesia albanesa, la Santa Sede ha reactivado la administración apostólica de Albania Meridional que, a pesar de que fue catalogada como de rito oriental, tiene un mitrado latino y la longevoía de sus escasos fieles son también de este rito.

Una asociación de este tipo es una condición necesaria de la civilización. Un individuo aislado no puede lograr sino poco; escasamente puede asegurarse el necesario sustento; mucho menos puede encontrar los medios de desarrollar sus talentos superiores mentales y morales. Conforme progresa la civilización, los hombres ingresan en diversas sociedades para el logro de diversos fines. Estas organizaciones son sociedades perfectas o imperfectas. Para que una sociedad sea perfecta, son necesarias dos condiciones:

El rechazo de la autoridad papal por causas de independencia política y económica y el rechazo de Martín Lutero al hecho de que se cobrara hacienda por las indulgencias, provocó el surgimiento del protestantismo en 1517.

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